La piscina olímpica de la Villa Deportiva Abraham Telchi, que alguna vez fue el orgullo de la natación cruceña, hoy es un problema que nadie quiere asumir. Aunque luce nueva y colorida desde afuera, un informe técnico reveló 68 observaciones graves que frenaron su entrega, pese a que su refacción costó Bs 33.329.508. Ni la Asociación Departamental de Deportes Acuáticos de Santa Cruz (ADDASC) ni la Gobernación, liderada por Luis Fernando Camacho, aceptaron hacerse cargo de la obra porque recibirla implica invertir nuevamente una suma millonaria.
El estudio fue elaborado por la arquitecta Paola Andrea Oroza junto con Rim Safar, presidenta de la ADDASC. Ambas concluyeron que la piscina continúa con fallas estructurales y sistemas inconclusos. “Le entiendo al tema porque vivo en la natación. Lo que encontramos es imperdonable”, lamentó Safar, quien recordó en ese momento que por este retraso Bolivia perdió la sede del Sudamericano Juvenil, provocando un serio daño deportivo e institucional.
La historia se remonta a 2015, cuando la Gobernación de Rubén Costas anunció la refacción del escenario, con un plazo de tres años. Una década después, Santa Cruz sigue sin una piscina de 50 metros, obligando a sus nadadores —a pesar de ser potencia nacional— a entrenar en piscinas de 25 metros. La obra pasó por tres empresas: Emcoas Ltda., Escom SRL y Next House SRL. Las dos primeras acumularon casi todas las observaciones y, aunque fueron advertidas, sus trabajos fueron recibidos de todas maneras en la gestión pasada. Hoy, ya no se les puede exigir correcciones porque los plazos legales vencieron.
Las falencias incluyen ausencia de conexión para suministro de agua, falta de un sistema de drenaje, filtraciones en varios sectores, construcción incompleta en el área de clavados y ausencia de sala de prensa y zona VIP. Problemas básicos que la refacción debía resolver y que hoy impiden cualquier competencia internacional.
Ante la falta de un escenario adecuado, Santa Cruz perdió la oportunidad de organizar Sudamericanos y otros eventos de élite, pese a tener clima y altura ideales. Como medida desesperada, la ADDASC debió revivir la piscina del estadio Tahuichi, que estaba a punto de ser demolida. La pusieron en funcionamiento a fuerza de gestión y sacrificio, para que los nadadores no quedaran sin un lugar donde entrenar.
La piscina olímpica, que debía ser un símbolo de desarrollo cruceño, hoy es un recordatorio de una obra mal ejecutada, sin responsables y con un costo deportivo incalculable para Santa Cruz.



