“No le deseo a nadie que viva las cuatro horas de angustia que vivimos”, afirmó una de las madres que acompañó a la selección beniana de básquetbol en un vuelo de terror, el martes 19 de noviembre en el tramo Santa Cruz – Tarija, para participar de la Copa Bolivia U14 damas. De acuerdo a los protagonistas, toda la delegación y otros pasajeros estuvieron dentro del avión y sobrevolando más de cuatro horas, cuando el tiempo de vuelo promedio es de una hora.
“Viajamos vía terrestre de Trinidad a Santa Cruz, por 10 horas, y para evitar 12 horas más por tierra hasta Tarija, porque nuestras niñas llegarían muy cansadas, decidimos hacer ese tramo en avión”, contó uno de los viajeros, que pidió la reserva de su nombre. Todo transcurrió de forma normal hasta el despegue en Viru Viru, pero una hora después cuando el avión se aprestaba a aterrizar pasó algo extraño, que hizo erizar la piel de muchos y llenó de pensamiento catastróficos la cabeza de otros.
“Cuando estaba descendiendo, volvió a tomar altura el avión. Lo único que no explicaron es que no podía aterrizar por el mal clima”, relató otra acompañante. Todo empeoró cuando el avión regresó a Santa Cruz y pisó suelo firme y se tomó el tiempo de recargar combustible. “Por el miedo que sentimos, decidimos quedarnos en Santa Cruz, pero nos tuvieron encerrados en el avión hasta que volvió a despegar”.
Las incógnitas, los comentarios y las especulaciones derivaron en plegarias. “Nos pusimos a rezar para que todo salga bien y tratamos de mantener la calma de nuestras niñas”, dijo una madre. En su segundo arribo a Tarija, el piloto repitió la primera operación, descendió buscando aterrizar, pero volvió a tomar altura y sobrevolar hasta que se cumplieron las cuatro horas a bordo del avión y finalmente bajó al aeropuerto Capitán Oriel Lea Plaza. “Fue el peor aterrizaje que viví, golpeó fuerte el avión. Todos nos asustamos, pero estábamos vivos y en tierra firme”, concluyó uno de los pasajeros.
Su retorno fue por vía terreste entre Tarija y Santa Cruz, así como Santa Cruz y Beni, pero la flota de este último tramo debió buscar una ruta alternativa, ya que una parte de la carretera a la altura de San Julián fue cortada por los pobladores. Abrieron una zanja de al menos tres metros para que corra el agua que se acumuló en su comunidad.