A los 32 años, entre otras ocupaciones, relataba partidos, era cantautora y docente de la universidad, además practicaba varios deportes en Sucre, donde llegó a los 5 años procedente de Santa Cruz, su natal. Con todo ello, Ana Isabel Calvimontes Lanuza se sentía una mujer realizada, con muchos desafíos por delante. Todo era felicidad hasta el 1 de abril de 2018 cuando subió a un micro, que luego hizo una maniobra brusca provocando su caída.
En ese momento se le apagó la luz, tras el golpe fuerte que sufrió y que le provocó una fisura en el parietal tras impactar con el cordón de la acerca. De ahí para adelante fue pura lucha, de sus familiares y amigos, y de ella misma, para mantenerse con vida, con el temor de lo que podría venir por la grave lesión: pérdida de la voz, lo que más ama; no poder caminar, y las secuelas en su memoria.
Sus probabilidades de vida se redujeron al mínimo, pues en la escala de Coma de Glasgow llegó a tener una puntuación de 3 sobre 15. Con todo ello, el cuerpo de Ana Isabel fue dando señales de que luchaba para sobrevivir, despertando del coma a los 10 días. Luego vino la segunda cirugía para colocarle una prótesis de PVC en su frontal. En esos momentos complicados, los médicos incluso estuvieron a un paso de realizarse una traqueotomía, lo que haya dañado sus cuerdas vocales.

Ana Isabel Calvimontes canta y escribe canciones.
Al final, esa opción se descartó y luego vino la dura recuperación, que incluyó comenzar a caminar de nuevo, con la orden de los médicos clara: no volver a practicar ninguno de sus deportes favoritos: básquet, ciclismo y béisbol. “Fue duro para mí, pues era una deportista en todo sentido. La voz también la tuve que recuperar, para volver a relatar partidos. Sufrí varias caídas cuando intentaba a volver caminar”, afirma esta campeona de la vida, que, sin embargo, nunca pensó en rendirse.
“Ana Isabel es un milagro de vida, y por suerte no le queda graves secuelas. Lo mínimo que tiene es que en ocasiones no calcula bien en las distancias para dar un paso en las gradas, por ejemplo”, cuenta una de sus mejores amigas, Verónica, que vivió este duro momento junto a ella. “Cuando se accidentó ella estaba de ida al estadio, pues tenía que relatar un partido. La esperábamos y no llegó nunca. Luego nos dieron la noticia y caímos en desesperación”, recuerda.
De esos duros momentos ya pasaron siete años, y Ana Isabel, que es hija de Edith Lanuza Fernández y del reconocido periodista deportivo Valentín Calvimontes Tamayo, que radica en Santa Cruz, afirma que a los seis meses del accidente ya estaba relatando partidos para volver nuevamente a la normalidad ante el asombro de sus más cercanos, que la habían visto al borde de la muerte.
Luego reinició su trabajo de catedrática con las materias de redacción y oratoria. Ya recuperada vino otra satisfacción personal que fue ganar el concurso de la canción para los Bolivarianos de Juventud 2024 de Sucre, un tema de su autoría y que interpretó en la inauguración de los Juegos. De esa manera, sumó un nuevo logro a su vida, confirmando que su voz quedó intacta tras superar la lesión de la cabeza.

Anita C, La Canción del Gol, en plena faena diaria como periodista.
Entre los estudios y títulos que acumula figura el de máster en periodismo deportivo y el curso de periodismo en deporte, realizado en la universidad de Palermo (Buenos Aires). También tiene un diplomado y una maestría en periodismo deportivo en la universidad Tecnológica de España.
No solo eso, Anita C, La Canción del Gol, como es conocida, también tiene algunas marcas personales que la confirman como una de las mejores periodistas deportivas de Bolivia: Primera mujer relatora de fútbol Profesional de Bolivia, desde 2012; durante 10 años integró el único programa deportivo conducido y producido por mujeres: 2013 a 2023. En 2015 inició en ABYA Yala el programa Luz, Cámara y Sport; también está en Modo Fútbol, que lo creó para el 2022. “Hablamos de fútbol por redes sociales”, sostuvo.
Tiene otro sector denominado Ellas También Juegan Bolivia. No solo relata fútbol, pues también realiza ese trabajo en el básquet, bicicross y ciclismo. Calvimontes volvió a vivir tras su recuperación, una prueba de fuego que esta mujer de temple supo superar, confirmando que es un ejemplo de vida.