Cuando el 12 de abril de 2005, José Mar Rojas Montero llegó a Cobija para acompañar a su madre, Mirtha Montero, no se imaginó que iba a convertirse en el impulsor del taekwondo de Pando. El 3 de agosto de ese año fundó la academia Horangi y dos años más tarde impulsó la creación de la Asociación Pandina de Taekwondo (APT), que cuenta con personería jurídica.
Su aporte fue tan grande, que hasta la fecha ya ha cosechado con sus alumnos alrededor de 500 medallas, siendo actualmente presidente de la APT, entrenador y competidor. Todo ello le valió para que José Mar, ya con 41 años, reciba por segunda ocasión el premio Bruno Racua, que lo acredita como el mejor dirigente del año 2022. En 2019 fue la primera vez que le entregaron el galardón, que lo organiza la red Unitel, de Pando.
Ya son 17 años que Rojas Montero vive en Cobija, pues desde los 8 a los 25 practicó taekwondo en Santa Cruz, cuando decidió cambiar de residencia. En ese tiempo también ha conseguido reconocimiento nacional, pues actualmente es vicepresidente de la Zona Norte de la Federación Boliviana de Taekwondo.
Entrenador y competidor
José Mar cumplirá su última gestión, que acaba en 2024, al mando de la APT. En los últimos años también ha sido competidor y entrenador consiguiendo cinco de los seis títulos que disputó hasta 2019, tres en Brasil, uno en Riberalta y otro en Santa Cruz. A la par de ello, comanda la Academia Horangi, que es la única en Cobija.
Uno de los que le sigue sus pasos es su hijo Fabiano Ribera Rojas, de seis años, de los cuales dos lleva en el taekwondo, sumando dos coronas hasta el momento. “Cuando llegamos a Pando, aprovechamos para enseñar el taekwondo, y estos son los frutos de ese esfuerzo”, concluyó.