Acostumbrada a los reflectores del ring y al reconocimiento por sus logros deportivos, Jennifer Salinas se muestra hoy desde un lugar distinto, aunque igualmente valiente. Ya no se trata de títulos ni cinturones, sino de una lucha interna marcada por la fragilidad emocional, el daño neurológico y el peso de una enfermedad mental que la llevó a ser internada en un centro psiquiátrico en Virginia, Estados Unidos.
“Estoy en la pelea más difícil de mi vida”, expresó en sus redes sociales. Y no se refiere a una contienda deportiva, sino a un proceso íntimo y doloroso que la ha llevado a confrontar la realidad de vivir con daño cerebral y una enfermedad mental. “Lo acepto, pero me niego a resignarme”, afirmó, con la misma firmeza que alguna vez mostró sobre las cuerdas.
En su testimonio, Jennifer se pregunta si es la única que se siente congelada en el tiempo, sin motivación para hacer nada, mientras el mundo continúa su marcha. Aunque es consciente de sus diagnósticos, se rehúsa a dejar que definan su identidad: “Sé que me queda más. No soy las enfermedades que me diagnosticaron, sólo son parte de mí. Claro, afectan mi vida de alguna manera”.
Relata cómo, en medio de la lucha invisible, intenta aparentar normalidad cuando en realidad se siente confundida, como si viviera en dos realidades distintas. A pesar de sus múltiples logros en el deporte y en la televisión, confiesa sentirse completamente desconectada de su pasado.
Las secuelas emocionales son profundas: cambios de ánimo, episodios de depresión, insomnio, dolores físicos inexplicables —particularmente en los hombros— y el miedo constante a que se repitan crisis que alteran su comportamiento, como ya ha ocurrido.
“Estoy tomando muy en serio mi situación”, dice. Por eso ha tomado una decisión difícil pero esperanzadora: dejar los medicamentos tradicionales para iniciar un tratamiento alternativo llamado terapia de infusión de ketamina, en la ciudad de Maryland. Una apuesta por recuperar el equilibrio y tratar de vivir una vida normal dentro de sus circunstancias.
Jennifer reconoce que sin el apoyo y el amor incondicional de su familia, probablemente no estaría hoy en pie. “Tengo personas muy importantes en mi vida que me dan la seguridad de saber que siempre estarán en mi esquina para apoyarme y amarme tal y como soy”, expresó.
