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sábado, septiembre 28, 2024

Johnny Cueto: el retorno de un Maestro Internacional

Para Johnny Manuel Cueto, primer Maestro Internacional de Bolivia de ajedrez (MI), la serie Gambito de dama, que se emitió por Netflix durante el primer año de la pandemia, lo marcó de muchas maneras. Una de ellas fue determinante para su regreso al deporte ciencia, que abrazó por primera vez a los 16 años, para muchos, una edad tardía para iniciarse, lo que, sin embargo, no le impediría convertirse en un referente del país a escala internacional.

El que fuera un jugador imbatible en incontables cantidad de torneos, llevaba más de una década alejado de la competición. Diversas circunstancias de la vida, entre ellas su pasión por las películas, impulsaron al cruceño a abrir una tienda de venta de DVD y Blu-Ray en la calle 21 de Mayo. Allí recibía a su clientela y amigos que con los que charlaba ya no de ajedrez, sino más bien de cine y de las series que estaban en boga en la plataformas de streaming.

Pero Gambito de dama lo cambió todo, no solo para él sino para muchos que descubrieron en la serie aspectos que desconocían del ajedrez y poco a poco se fueron interesando más en sus reglas e historia.

“La serie dio otra visión a mucha gente, recuerdo que mis clientes me llamaban y me preguntaban cosas del juego. Y yo estaba totalmente alejado del ajedrez, pero era inevitable sentir esa efervescencia, a pesar de que yo aún no había visto la serie. Así que me decidí a verla y fue como revivir grandes momentos en los campeonatos, los viajes, las cosas buenas, las cosas malas. Fue como fusionar ambas pasiones: el cine y el ajedrez”, comenta Cueto.

“Me sentía identificado con varios pasajes de la serie, por ejemplo, cuando el personaje se imagina el tablero en el techo. A muchos nos ha pasado eso varias, veces, uno viaja con el tablero en la mente, porque no puede soportar el hecho de perder”, expresa.

Tiempos duros

No obstante, fueron épocas difíciles para Johnny, como lo fueron para la mayoría de los que sufrieron la crisis y los efectos económicos de la pandemia. Las cuarentenas, que parecían interminables, afectaron a su negocio, razón por la que decidió dejar de lado la comercialización de DVD y se dedicó a dar clases de ajedrez.

“La deudas por los alquileres se mantenían y se acumulaban, se debían tres, cuatro meses, muchos locales quebraron, incluyendo restaurantes y toda clase de tiendas en el centro de la ciudad. Yo me quedé con una deuda tremenda. Entonces, cuando empieza a reactivarse todo, decidimos abrir una academia de ajedrez con José Daniel Gemy (Maestro Internacional). Luego, cuando volvieron las restricciones, continuamos las clases de manera online. Yo iba a dejarlo y volver a la informática, pero unas madres me pidieron y me insistieron que entrenara a sus hijos”, narra el deportista.

“Yo estaba reacio a entrenar, no porque no quisiera impartir la enseñanza, sino porque estaba decidido a colgar los ‘botines’. Ahora veo ese momento como algo que me abrió los ojos, porque me dije ‘pero si yo llevo años sin competir internacionalmente, hace 15 años que estoy retirado’. Pero al final acepté y empecé a entrenar a Julio Jiménez, mi primer alumno, de La Paz”, rememora.

De la mano de Cueto, Julio Jiménez llegó a estar entre los primeros puestos del ajedrez en categorías mayores. Luego vinieron más oportunidades, más chicos con hambre de gloria, que Johnny acompañó en su camino. Uno de ellos fue Esther Moscoso, que salió campeona sudamericana, al igual que Caely El-Hage.

“Fue lo más grandioso de enseñar, porque, cuando fui al primer torneo con Esther en La Paz, fue otra emoción. Cuando uno está metido en la partida, cuatro o seis horas se pasan volando, pero otra cosa es verlo de afuera”, reflexiona.

A partir de ahí, Cueto vivió las cosas de otra manera, sentía las victorias de sus alumnos como suyas, se emocionaba con ellos y soñaba con ellos. Aprendió que los malos momentos que vivió fueron experiencias importantes y que todo lo aprendido lo podía transmitir a los jóvenes que veían en él a una influencia importante en sus objetivos de triunfo.

“Muchas de las cosas que me sirvieron de lección fueron a punta de golpes, pero también aprendí que no hace falta que la vida te castigue tan duro para aprender”, asevera.

En la gloria

Cueto tuvo incontables partidas difíciles a lo largo de su carrera, pero, sin duda, la más importante fue la que le dio el título de Maestro Internacional. Ese partido se jugó en mayo de 2000, en el Magistral Casa Argentina, en La Paz, fue la consagración para un ajedrecista que había labrado su camino en base de estrategias bien definidas y que no estuvo exento de tropiezos y de gente que hizo lo posible para que tropezara.

“El Magistral Casa Argentina incluyó premios buenos, algo inédito, porque estos torneos por títulos no se juegan por premios, ya que, de por sí, el nivel es tan alto que basta con que los jugadores tengan la chance de acumular títulos. Es como lograr un Grand Slam en tenis, hay que lograr puntajes que marcan tu posición a escala internacional.  Así que el torneo de La Paz tuvo ese componente extra, además del nivel de los competidores internacionales, que no eran poca cosa; por el contrario, se trataba de los más ‘toros’ en el ajedrez de Sudamérica”, cuenta.

Cueto se tenía fe desde un principio, pero mantenía los pies de la tierra. Sabía lo que significaba enfrentar grandes desafíos a lo largo de su carrera y lograr superarlos.  

Desde mediados de los años 90 venía arrasando en todos los campeonatos nacionales en los que participaba y se había convertido en dueño absoluto del título para menores de 26 años. Atrás habían quedado las viejas glorias, como el cruceño Jorge Berrocal y el beniano Romelio Chávez, que llevaban tiempo repartiéndose los títulos en la categoría mayor.

En el Magistral Casa Argentina, Cueto vence al MI chileno Rodrigo Vásquez, al brasileño Claudius Van Riemsdijk, al uruguayo Bernardo Roselli y al argentino Norberto ‘Tucho’ Méndez.

“Cuando tus rivales son grandes maestros, la exigencia está en uno, no en ellos. Fueron partidas gloriosas, que los jugadores extranjeros, especialmente los argentinos, las vivieron con pasión”.

Cueto también recuerda que, con los competidores bolivianos, libró una batalla especial y llegó a darse cuenta de que algunos querían evitar que se convirtiera en MI. “Con los bolivianos encontré una resistencia inusitada, jugaban como si fuera la final del Mundial; otros, directamente, me quisieron arruinar el torneo, intentaron dejar en empate algunas partidas para que el torneo no sea válido. La verdad que jugaron muy sucio”, afirma.

Al final Johnny sale campeón del torneo y se convierte en el primer MI de Bolivia, a los 28 años. A partir de ahí su vida cambia y la del ajedrez en el país también, porque, gracias a su victoria, el deporte ciencia se pone de moda, se juega en todas partes y crece el número de aficionados y competidores. Cueto recibe una diversidad de reconocimientos, uno de ellos del Estado boliviano, entregado por el presidente Hugo Banzer Suárez; otro, la Victoria Alada Dorada, la mayor distinción que otorga el Círculo de Periodistas Deportivos de Santa Cruz.

Un guía

Uno de los competidores por el que guarda respeto y buenos recuerdos es Oswaldo Zambrana, uno de los máximos referentes del ajedrez boliviano y que fue alumno de Cueto. “Cuando yo estaba detrás del título de MI, Oswaldo estaba muy lejos de alcanzarlo, no obstante, él me había ganado una partida. A Oswaldo yo lo llevé a su primer torneo internacional, fui una especie de guía que tuvo el honor de acompañarlo y verlo crecer”, asegura.

Todas esas experiencias lo motivaron a lo largo de su carrera, de la misma forma que se sintió motivado cuando sus alumnos le hicieron notar los años que llevaba sin competir.

“Sin darme cuenta mis alumnos me habían estado siguiendo. Uno de ellos verificó en la Federación Internacional de Ajedrez (Fide), donde hay un registro de toda nuestra carrera, y me preguntó que cuándo iba a volver a competir, ‘si usted está retirado hace unos 15 años’, me dijo. Y tenía razón, yo no podía creer cómo había pasado tanto tiempo”, afirma.

Cueto marca esos momentos como clave para su retorno. Por un lado, la inspiración que vino desde una serie de ficción basada en la historia de una mujer que compite en torneos mundiales de ajedrez, en tiempos en los que el deporte que estuvo dominado por los hombres. Por otro, la alegría de volver enseñar y llevar por la senda que él recorrió a los nuevos valores del ajedrez.

Fue esa sangre nueva la que lo devolvió a la competencia, a verse cara a cara con otros maestros. “Sentí que era un referente, era algo que había logrado por tantos años, así que no podía defraudar a los que me seguían”.

El II Río Chess Open, que se llevó a cabo en mayo de este año, en Río de Janeiro, marcó este regreso. Allí estuvo Johnny, junto a José Daniel Gemy, que, finalmente, salió subcampeón.

“Me ha costado caro volver, porque fueron muchos años y se nota cuando uno está fuera de forma, yo mismo lo noté. Perdí como 100 puntos en unos cuatro o cinco torneos nacionales en los que competí desde entonces. Pero la idea es recuperar el nivel, vamos por nuevos desafíos”, concluye Cueto.

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