Foto: Héctor Garibay en uno de sus equipos en Oruro llamado La Joya
Antes de ser dueño y señor de las carreras de fondo en Latinoamérica, antes de ganar la Maratón de Ciudad de México hace una semana y batir el récord de esta competencia, Héctor Garibay quería ser futbolista. Así lo han demostrado las fotos que empezaron a surgir de él, donde se encuentra en la alineación titular de algún equipo asociacionista de su natal Oruro.
Su carrera en las canchas fue, de hecho, extensa. En una entrevista de enero de 2022 en el diario El DEBER, Garibay recuerda vivió con sus padres en el Centro Minero Totoral (provincia Poopó) hasta que se mudaron a la ciudad de Oruro en 2003, cuando tenía 11 años, para que siguiera sus estudios. “Desde ahí mi vida siempre fue fútbol”, comenta Garibay en la nota.
El atleta estuvo en diferentes clubes orureños, pero nunca llegó a la liga profesional, sí llegó a participar en alguna Copa Simón Bolívar, que se disputa a nivel nacional. Se desempeñaba como lateral izquierdo. Uno de los clubes que integró se llamaba La Joya, ahí jugó en 2013.
Garibay se graduó de Mecánica Industrial, el trabajo de mecánico le permitió comprarse un taxi y dejó de ser mecánico para dedicarse al fútbol y a ser taxista, así se sostenía económicamente. Su día a día se consumía en esas dos actividades. Pero, en 2018, su carrera futbolística se truncó: se lesionó cuando jugaba un partido para el Deportivo Cristal. Estuvo parado varios meses por la lesión.
Por entonces tenía 27 años y solo pensaba en recuperarse y volver al fútbol. Asistía a la pista atlética del estadio Jesús Bermúdez para rehabilitarse, haciendo trotes, carreras, ejercicios. Mientras hacía eso era observado por Nemia Coca y Marcelo Peñaranda, dos entrenadores de atletismo muy respetados. Se acercaron a él y le comentaron que con entrenamiento podría ser un buen corredor.
El resto es historia.
