El baloncesto cruceño está de luto tras el fallecimiento de Antonio Gómez Díaz, experimentado y muy querido árbitro que dedicó más de dos décadas de su vida a impartir justicia en las canchas bolivianas. Su partida conmueve a toda la comunidad deportiva, que lo recuerda por su entrega, carácter fuerte y profunda pasión por el básquet.
María Teresa Rodríguez, fundadora y expresidenta del Colegio de Árbitros Darwin Oliva Medina, relató con emoción y respeto cómo Antonio —de nacionalidad chilena pero boliviano de corazón— se convirtió en una figura esencial del arbitraje local: “Vivía en Bolivia hace 25 años. Vino tras su hijo, que es pastor, y se quedó aquí. Desde entonces comenzó a arbitrar y nunca paró”.
A pesar de sus 82 años, Gómez Díaz era conocido por su vitalidad en la cancha. “Corría más que muchos jóvenes”, recuerda Rodríguez, quien también lo trajo al Colegio de Árbitros. “Fue una persona muy especial para mí y mi familia. Era muy cooperativo, siempre dispuesto a apoyar, incluso sin cobrar. Si lo llamábamos para arbitrar partidos por amor al básquet, él iba”.

El lunes por la tarde, Antonio sintió un dolor en el pecho y decidió descansar. Su nieto, respetando su espacio, no lo molestó. Horas después, lo encontraron sin vida, víctima de lo que probablemente fue un paro cardíaco. “Estaba resfriado y con tos. Se tomó un tecito y se echó a descansar, como solía hacer. Cuando fueron a despertarlo a las seis para el té, ya estaba frío”, contó con tristeza Rodríguez.
Antonio Gómez no solo fue un árbitro ejemplar; también fue uno de los impulsores del Colegio de Árbitros Darwin Oliva junto a Rodríguez. “Fuimos pioneros, fuimos buscando gente uno por uno. Él fue parte fundamental de la creación del colegio”.
En redes sociales, exjugadores, entrenadores y colegas le rindieron homenaje. “Siempre recordaremos los mejores momentos con él”, escribió Martín Martín. Johnny Salvatierra Burgos expresó: “Descanse en paz, profe”. El entrenador de Orca, Luis Arias, también compartió su sentir: “Excelente persona, apasionado por el básquet. Tenía un gran aprecio hacia mis hijas y los alumnos de Orca”.
El legado de Antonio Gómez Díaz trasciende los silbatazos y reglamentos. Su vida fue un ejemplo de dedicación, humildad y amor genuino por el deporte. El básquet boliviano pierde una figura histórica, pero su memoria quedará en cada cancha que alguna vez pisó.