Fauja Singh, reconocido como el corredor de maratón más viejo del mundo, falleció a los 114 años tras ser atropellado por un vehículo en un accidente de atropello y fuga. Singh, conocido como el “Torpedo con Turbante”, fue embestido mientras cruzaba una ruta en su aldea natal cerca de Jalandhar, en el estado indio de Punjab. Sufrió graves heridas en la cabeza y falleció posteriormente en el hospital, según confirmaron medios locales y su club de corredores “Sikhs In The City”, con sede en Londres.
Fauja Singh se convirtió en leyenda cuando en 2011, a los 100 años, completó el Maratón de Toronto, aunque su hazaña no fue registrada oficialmente por el Guinness World Records debido a la falta de un certificado de nacimiento. Singh portaba un pasaporte británico que indicaba como fecha de nacimiento el 1 de abril de 1911, y autoridades indias señalaron que en esa época no se llevaban registros civiles de nacimientos.
La historia de Singh es un ejemplo de resiliencia. Comenzó a correr a los 89 años para lidiar con la depresión tras perder a su esposa y a uno de sus hijos en un corto periodo. El fallecimiento de su hijo Kuldip, decapitado por una lámina metálica durante una tormenta, lo marcó profundamente. “No pensaba que su vida valiera la pena sin su hijo”, relató su entrenador Harmander Singh.
Tras quedar solo, se mudó a Londres con su hijo menor y allí encontró en el deporte una nueva razón para vivir. Participó en torneos comunitarios de la diáspora sij y fue motivado a correr maratones. Su debut fue en el Maratón de Londres en el año 2000 y desde entonces participó en ocho carreras más, logrando su mejor tiempo en 2003 en Toronto: 5 horas y 40 minutos.
En 2012 fue portador de la antorcha olímpica en los Juegos de Londres. Su última carrera fue en 2013, con 101 años, al completar los 10 kilómetros del Maratón de Hong Kong en 1 hora, 32 minutos y 28 segundos.
Tras su retiro, expresó su deseo de no ser olvidado: “Espero que la gente me recuerde y no me olvide solo porque ya no corro”. Hoy, el mundo del deporte lo despide como un símbolo de longevidad, superación y pasión inquebrantable.
