Claudio Delpueche, un consagrado triatlonista argentino radicado en Santa Cruz se propuso la meta de correr 125 km desde la capital cruceña hasta Samaipata y logró su objetivo trazado por dos buenas causas: por la salud mental de la población a raíz de un caso muy íntimo y por la educación de los niños del hogar El Sauce del municipio samaipateño.
El fondista empleó nada menos que 15 horas en el extenuante recorrido, el cual inició a la medianoche del viernes en la plaza 24 de Septiembre y terminó a las 21:00 del sábado en la plaza de Samaipata en medio del bullicio de una veintena de niños y niñas del hogar El Sauce, que le dieron la bienvenida, puesto que este atleta consiguió para ellos un lote de computadoras.
El desafío no era sencillo, arrancó en la simbólica plaza de armas, tomó la calle independencia y otras arterias de la ciudad hasta conectar con la avenida Grigotá que, kilómetros más abajo, se convierte en la ruta a La Guardia. Claudio no estaba solo, cerca de él iba un equipo de colaboradores y auxiliares que le dieron aliento en los momentos de agotamiento.
Los primeros 25 km los empleó en salir de la ciudad, cruzó ciudades en horas de la madrugada en solitario y en penumbras por la carretera, en la que de forma frecuente era “alentado” por los ladridos acosadores de los perros que le servían para mantenerse despierto y en alerta ya que en ciertos tramos salían de todos lados y había que esquivarlos.
A partir del km 25 tuvo la compañía de Baldemar Silguera León, uno de sus alumnos en la escuela Delpueche Unlimited, que tiene experiencia en larga distancia. Desde el km 65 al 80 lo acompañaron Jorge Rodríguez y un amigo que vino directamente desde La Plata, Argentina para ser testigo de su travesía. Era nada menos que Gustavo Feysulaj, vicepresidente del club Estudiantes de La Plata, campeón de América en 2009.
“Todo un honor para mí su compañía”, dijo Claudio y agregó: “Al final, se sumaron alumnos del Team Delpueche Unlimited y los niños del hogar El Sauce, algo súper emotivo y me brindó la fuerza necesaria para alcanzar la meta, la plaza de Samaipata después de 15 horas de trote y unas historias fenomenales de superación. Porque, sin lugar a dudas, el gran mensaje era demostrar que a pesar de todo uno siempre debe seguir”.
Delpueche, con una experiencia de más de 37 años en la actividad atlética, se impuso este desafío desde que su hija tuvo intento de suicidio activado por la pandemia del coronavirus.
Running 125K, cree, disfruta, vive. Dedicado a Mikaylah, reza el mensaje en el afiche publicado antes de la dura prueba.
“Trato de llamar la atención, de hablar del tema, tenemos que estar alerta en lo relacionado con la ansiedad”, manifiesta Delpueche, el correcaminos amante de la vida y del deporte.
